Carta Pastoral

Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio (25/01/2023)

+Hugo Nicolás Barbaro Obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña Carta Pastoral. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura (Mc 16, 15). A algunos llama con este fin a movilizarse hacia lugares tal vez lejanos, pero el mandato de Cristo se dirige a cada cristiano y nos involucra en su gran proyecto: que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4). Responsabilidad de todos Distintas enseñanzas de Cristo ayudan a percibir nuestra responsabilidad de evangelizar. El Reino de los Cielos es como la levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina hasta que fermente todo (Mt 13, 33).

También ahora se sigue mezclando un poco de levadura con harina, se la envuelve, y cuando la masa creció se arman los bollos de pan a meter en el horno. Somos convocados a ser levadura cristiana en la familia, en el lugar de trabajo o de estudio, cada uno en su sitio. Sin llamar la atención, como la levadura que no se ve, podemos colaborar para que Cristo sea más conocido y amado. A algunos elige por una vocación especial a involucrarse de lleno en la misión, pero todos somos llamados.

En otra ocasión dijo el Jesucristo: Ustedes son la sal de la tierra, ustedes son la luz del mundo (Mt 5, 13-14). La sal contribuye a dar buen sabor a la comida; en aquella época la utilizaban para conservar los alimentos, no existían los refrigeradores.

Somos sal aportando al mundo un sabor diferente, el que tiene la vida cuando Dios está presente en ella. Da pena que en tantas personas Dios sea el gran ausente, es mucho lo que se pierden. Además, al dejar de ser Dios el punto de referencia de sus vidas, fácilmente aportarán al mundo la corrupción del egoísmo que se les pude meter, del desinterés por los otros, pautas injustas de comportamiento, etc.

La luz de la que habla Jesús es la que ayuda a ver todo con la mirada de Dios, a descubrirlo como Padre en las alegrías y en las penas, a percibir su cercanía incluso en situaciones de mucha cruz. Nos ayuda a elegir lo bueno, a la alegría de poder servir, y a vincular todo con el objetivo final de nuestra vida: el Cielo.

Como los cristianos de todas las épocas, por acción de Espíritu Santo podemos aportar un modo de ver y de vivir desde Cristo, una cultura purificada de lo que no es de Dios. ¿Parece imposible en los tiempos que corren? Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios (Lc 18,27), porque nada hay imposible para Dios (Lc 1,37).

Es necesario estar muy unidos con Dios

San Lucas añade otra enseñanza: la sal es buena; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se sazonará? no es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran fuera. Quien tenga oídos para oír, que oiga. (Luc 14, 34-35).

Tratemos entonces de escuchar. Dios cuenta con nosotros, y dejamos de ser sal buena al caer en la triste enfermedad de la tibieza; la padece quien deja enfriar el amor a Dios en su corazón. ¿Cuáles son sus síntomas?: el desgano y la lentitud para lo que se refiere al Señor; entonces rezar aburre, la Misa cansa, el comportamiento cristiano resulta un peso, y así tantas cosas.

Esta enfermedad hace apagar el interés por acercar a otros a Dios, es además altamente contagiosa. Quienes nos rodean perciben ese desinterés por lo que se refiere a Dios, y el mal ejemplo cunde: pueden aflojar en la fe los hijos, la gente que tratamos.

¿Cómo se combate este mal? Con oración, pidiendo ayuda a Dios, con los Sacramentos, con el esfuerzo por vencer la dejadez espiritual. Conseguir un título y tantos logros implican sacrificio; ¿por qué no ponerlo en dejar a Dios que conquiste nuestro corazón? La Santísima Virgen María es la gran solución para la tibieza y su epidemia.

La tibieza es un gran obstáculo en la evangelización. Dios, que puede hacer la misión sin nosotros, se quiere apoyar en cada uno a pesar de nuestras debilidades y fragilidades, las tuvieron los Apóstoles; quiere que al menos intentemos poner cariño, empeño por estar unidos a la vid que es Jesucristo. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer (Jn 15, 5).

El Papa Francisco insiste en la necesidad de un tiempo diario de oración. Lo necesitamos para que la acción de Dios, al leer el Evangelio por ejemplo, modele nuestros pensamientos y deseos, nuestras decisiones. La fuerza evangelizadora no depende tanto de las aptitudes humanas ni del acierto de los proyectos, sino de la fuerza de Dios, somos sólo sus instrumentos. Ser cristiano es seguir a Cristo, vivir en comunicación con Él.

La oración y el sacrificio son los grandes motores de toda pastoral. Podemos ofrecerle el sacrificio que supone una tarea evangelizadora, las dificultades y sufrimientos que suelen aparecer en la vida, como el de una enfermedad: todo suma si se une a la Cruz de Cristo.

¿Cuándo, dónde evangelizar?

Un teólogo de la antigüedad afirmaba una idea clásica cristiana, que el bien es difusivo (Dionisio, De Div. Nom, cap. 4), o sea que lo podemos transmitir a los demás.

No somos nosotros, sino Dios quien despierta la fe en los corazones y es capaz de imposibles, cuenta con nuestra oración y aquello que podemos hacer para ayudar a la fe de los demás. Anima también la realidad de que toda persona desea ser feliz, y no lo es desorientada por el error, con una conducta que no lo enriquece, o en la esclavitud de las pasiones. Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres (Jn 8, 32) dijo Jesucristo.

San Pablo VI escribió: para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios … y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites. El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan …, o si escuchan a los que ense- ñan, es porque dan testimonio. … Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra, de santidad (Evangelii Nuntiandi, n. 41).

Un cristiano no impone nada a nadie. Naturalmente reza para que Dios encienda o avive la luz de la fe en sus seres queridos y en tantos otros hermanos, lo contrario indicaría que se valora poco el regalo de la fe. Como recién leímos, atrae la autenticidad de su fe, lo hace feliz. Colabora a que conozcan la verdad con su estilo de vida cristiana, con un comportamiento bueno que lo enriquece como persona, busca agradar a Dios y el camino del Cielo.

La felicidad del encuentro con Dios se irradia, permite descubrir a quien se acerca a nosotros que es Él quien infunde alegría y paz en nuestro corazón, humildad, generosidad, interés por el prójimo, espíritu de servicio. Descubren a Cristo que les abre los brazos sin prejuicios ni críticas y que perdona siempre, a la Iglesia de puertas abiertas que somos parte cada uno de sus fieles.

Un primer ámbito de transmisión de la fe es la familia, queremos lo mejor para todos ellos. Dios confía a los padres unos hijos, es su primera responsabilidad.

El testimonio no es teatro, es lo que se ve. Lo llevaremos ahí donde estemos y surgirán ocasiones para dar razón de nuestra esperanza (1 Pe 3, 15), de hablar de la felicidad en Dios que orienta y llena nuestro corazón. Muchos recordaremos palabras quizás de nuestros padres o abuelos que marcaron nuestra fe y el deseo de agradar a Dios, o consejos de algún amigo o amiga que nos condujeron hacia Dios.

La tarea es en todo momento: Los apóstoles no cesaban de enseñar y anunciar el Evangelio por todas partes (Hech 5, 42; 8, 4). Dios quiere que el mundo se impregne de valores humanos sanos, para lo que cuenta en especial con los fieles laicos; con paciencia pueden aportar ideas sanas y valores en los ámbitos en los que trabajan.

En la Carta con ocasión del Plan Pastoral (21-XI-2010), en los nn. 13 a 19 me referí a aspectos de la misión, a la tarea organizada en cada comunidad y a la que un cristiano hace siempre. Parecen actuales.

El aliento del Santo Padre

El Papa Francisco inició recientemente una catequesis sobre La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. Aconsejo vivamente meditar esas enseñanzas, y cito algunas palabras de la primera, el 13-I-2023, que iluminan lo hasta acá escrito.

…, la comunidad de los discípulos de Jesús nace apostólica y misionera. El Espíritu Santo la plasma en salida …, para que no se repliegue en sí misma, sino que sea extrovertida, testimonio contagioso de Jesús -también la fe se contagia-, orientada a irradiar su luz hasta los últimos confines de la tierra. … cuando la vida cristiana pierde de vista el horizonte de la evangelización, el horizonte del anuncio, se enferma: se cierra en sí misma, se vuelve autorreferencial, se atrofia. Sin celo apostólico, la fe se marchita. Sin embargo, la misión es el oxígeno de la vida cristiana: la tonifica y la purifica.

Podemos preguntarnos: ¿cómo es nuestra mirada hacia los otros? ¡Cuántas veces vemos los defectos y no las necesidades; cuántas veces etiquetamos a las personas por lo que hacen o lo que piensan! También como cristianos nos decimos: ¿es de los nuestros o no es de los nuestros? Esta no es la mirada de Jesús: Él mira siempre a cada uno con misericordia, es más, con predilección. Y los cristianos están llamados a hacer como Cristo, mirando como Él especialmente a los llamados “alejados”. De hecho, el pasaje de la llamada de Mateo se concluye con Jesús que dice: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (v. 13). Y si cada uno de nosotros se siente justo, Jesús está lejos, Él se acerca a nuestros límites y a nuestras miserias, para sanarnos.

Esto hace y esto es fundamental para los cristianos: nosotros discípulos de Jesús, nosotros Iglesia, ¿estamos sentados esperando que la gente venga o sabemos levantarnos, ponernos en camino con los otros, buscar a los otros? No es cristiano decir: “Pero que vengan, yo estoy aquí, que vengan”. No, andá vos a buscarlos, da vos el primer paso.

Es necesario poner en contacto a Jesús con la gente, sin convencerles, sino dejar que el Señor convenza.

Celebraremos el próximo 13 de marzo los 10 años de la elección del Santo Padre. Sabemos que cuenta con la ayuda de nuestras oraciones, no aflojemos en esto.

El ámbito educativo

Muchos fieles se desempeñan en tareas educativas en ámbitos de gestión civil o privada. Como en cualquier otro ambiente llevarán la alegría y tantas actitudes cristianas: el trabajo bien hecho, el servicio generoso, su preocupación por cada alumno y el buen trato con todos, la paciencia, el saber perdonar y ceder, la paz, etc.

Me refiero ahora a las Unidades Educativas Católicas gestionadas por Congregaciones religiosas y por la Diócesis; son un buen número, algunas de larga trayectoria como los colegios religiosos. Se trata de un servicio agradable a Dios que busca el desarrollo de las capacidades de los alumnos, esfuerzo que incidirá en sus vidas, en sus familias y en la comunidad humana.

La formación integral que se imparte no se limita al aspecto intelectual y técnico desde una mirada cristiana de la vida. Se trata de un área evidentemente importante, pero busca ser integral al procurar incluir la transmisión de valores, la ayuda al desarrollo de virtudes humanas y cristianas, y las buenas disposiciones en el corazón hacia el prójimo y para una sana convivencia. El ámbito espiritual no será nunca un añadido, afecta en lo más íntimo a la persona en todas sus dimensiones y se intenta dar todo lo posible.

La labor docente es de capital importancia; conlleva esfuerzo y exige continua formación de directivos y docentes, trabajar en equipo, interactuar con los padres que son los primeros responsables de una etapa que marcará la vida de sus hijos.

Aunque la tarea que se realiza en una Unidad Educativa Católica no es estrictamente pastoral al modo que se entiende el trabajo específico de una parroquia, es de mucho interés pastoral. Busca poner fundamentos sólidos en los jóvenes que en muchos casos repercute en un estilo de vida acorde a la de un cristiano. La formación cristiana tiene su fruto, también en los padres y docentes, aunque no sean siempre evidentes o inmediatos; muchas veces la educación suscita el inicio de un proceso de fe.

Este desafío es grande, lo impulsan muchos cristianos -padres y el plantel del colegio pensando en el porvenir de los beneficiados y también en ayudar a su fe, exige la oración de todos. Las Unidades Educativas Reciben el apoyo de los párrocos y de otros sacerdotes, quienes también intentan coordinar acciones de interés pastoral, respetando siempre cada ámbito cuya naturaleza no es la misma.

Algunas pautas pastorales para el 2023

El plan Pastoral vigente es un proyecto ambicioso detrás del cual hubo mucha oración, reflexión y escucha. El contenido que lleva fecha 21-XI-2010 señala prioridades e incluye reflexiones que siguen siendo actuales y pueden iluminar el trabajo de los Consejos Pastorales. Después, a través de otras cartas he señalado en varios años distintos acentos conforme a las necesidades recogidas, y por supuesto haciendo eco a lo señalado por el Papa Benedicto XVI y por el Papa Francisco.

Nuestras parroquias son bastante diferentes, y también lo son sus posibilidades y necesidades. No es posible resolver todos los desafíos a la vez. Cada párroco con su Consejo Pastoral estudiará el modo de impulsar mejor la pastoral ordinaria y el de afrontar algunos reclamos más urgentes.

Independiente de la situación peculiar, los animo a que como diócesis pongamos especial empeño en tres temas:

1. Las catequesis en todos sus ámbitos: la que se imparte a padres y padrinos con ocasión de un Bautismo, la catequesis inicial y prematrimonial.

Prestar atención a la formación permanente de los catequistas, ya que deben dar respuesta desde los contenidos a los desafíos actuales de la fe y con pedagogía de la fe.

Tener presente que se trata de transmitir no solo conceptos, sino formar en la fe y también en vida de fe, de unión con Cristo, y esto exige testimonio, cercanía.

Convendrá estudiar los horarios de manera que el sacerdote puede tener alguna presencia periódica en los distintos grupos.

Revisar también el modo de llegar más a los padres en el caso de la catequesis de niños.

Como toda pastoral, requiere mucha oración.

2. La pastoral con jóvenes. No se nos oculta la confusión reinante y la desorientación de muchos. Bastantes perciben que lo que les ofrece la cultura relativista y con- sumista no los llena, están en búsqueda, y podemos ayudarlos con nuestra oración e iniciativas que los muevan a descubrir a Cristo que es quien llenará sus expectativas.

Estudiar el modo de cualificar las instancias que ya se tienen -la catequesis, los grupos de jóvenes, etc.- para que ayuden a dar respuesta a sus interrogantes, a profundizar en la fe con don de lenguas, con vivencias de fe, etc.

Revisar los espacios que se tienen para jóvenes y que den continuidad a quienes acabaron las catequesis.

Promover algunas iniciativas en las que se pueden involucrar jóvenes: actividades solidarias quizás en el mismo ámbito parroquial, espacios de Adoración al Santísimo, etc.

3. Las vocaciones. Una diócesis involucrada en la necesidad de vocaciones - varones y mujeres- es un tesoro para la Iglesia. Hemos avanzado, sigamos caminando, es necesario.

Algunas iniciativas faciliten la acción de Dios: contar con monaguillos; los espacios de oración y de amor a la Eucaristía para adolescentes y jóvenes, los de servicio social y misionero, los encuentros que los ayude a descubrir el sentido de sus vidas y otros más vocacionales; buscar encargos pastorales para quienes perciban un llamado vocacional; el acompañamiento espiritual; etc. Aprovechar las instancias diocesanas.

La prioridad es que busquen cómo seguir alentando la oración para que el Dueño de los sembrados envíe trabajadores. El Señor manda vocaciones cuando el pueblo las valora como un regalo muy necesario, y valorarlas de verdad lleva a la comunidad a rezar, a pedirle con mucha fe. Contagiemos este amor.

Agradezco al Señor el gran número de agentes pastorales con los que contamos en la diócesis. Los animo a seguir trabajando unidos, con el espíritu sinodal en el que vamos creciendo, siempre con respeto, lleno de caridad por todos, que no se escape ni una crítica. En la carta que escribí con ocasión del año sinodal incluí reflexiones para ayudar a vivir con mayor madurez espiritual lo que nos pide el Santo Padre.

Como escogidos que son Uds. de Dios, revístanse de entrañas de compasión, de benignidad, de humildad (Col 3, 12). Saben de la especial responsabilidad que tienen, que les exige estar muy cerca de Dios y de ser testigos creíbles de la fe, con autenticidad.

Los anima el deseo de servir, y lo hacen con sacrificio, teniendo presente que el trabajo de ustedes no es vano en el señor (1 Cor 15, 58), y también que mis elegidos no trabajarán en vano (Is 65, 23): siempre hay frutos en la pastoral, en la propia familia, en la propia vida.

Agradezco el trabajo de los sacerdotes y el de los religiosos y religiosas; es Dios quien los mira con especial afecto, los hace crecer en su gracia y hace eficaz el trabajo: Yo planté, Apolo regó: pero es Dios quien da el incremento (1 Cor 3, 5-7). Con nuestra santidad, y bien unidos a Dios y entre nosotros nos quedaremos cortos con los logros de tantos sueños pastorales.

Ruego a la Santísima Virgen María que nos siga cuidando, le tenemos mucho cariño. Nos encomendamos también a nuestro patrono San Roque.

Presidencia Roque Sáenz Peña, 25 de enero de 2023, fiesta de la Conversión de San Pablo.